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martes, 27 de mayo de 2014

INVERNADERO: versos desde ultramar.

    La recordamos, escasa de kilos y rebosante de energía, irrumpiendo en la ya inexistente Biblioteca de Filología de la Universidad de Alicante. La recordamos —Mado, Sonia, Rafa, Pepe Toro y yo—, radiente y satisfecha, comunicándonos que acababa de ganar el 3er. Premio del “Miguel Hernández”. Corría el año 93 y estábamos terminando la carrera. Ella comenzaba a ser poeta (siempre odió lo de “poetisa”). Con el escaso importe del premio —y algo de su parte— publicó La semilla bajo el asfalto en la Imprenta Botella de Alicante. Nos regaló un ejemplar. A partir de entonces se sucedieron los premios y los libros. Llegó el Premio Lunara de 1994 y al año siguiente aparecía el poemario Mudanza en su costumbre (Frutos del Tiempo, 1995). Ella ya no estaba en Alicante: había cruzado el charco en busca de inspiración, amor y trabajo; y desde allá siguió creando.
     El premio “Villa de Cox” de 1999 nos ofreció la oportunidad de leer y disfrutar de su Correspondencia atrasada (Pre-Textos, 1999). Por supuesto: sería poeta. En 2005 publicó Geografía enemiga. Los dones perversos (Libros del Innombrable); incluso algunos de sus poemas fueron traducidos al portugués en 2001. Hablé con ella hace unos meses, por teléfono. Me dijo: «Esta vez he hecho algo grande, mejor que nada de lo anterior. Me lo publicará Renacimiento». Y a mí se me puso la carne de gallina. A principios de febrero Invernadero estaba ya en las librerías: breve, directo, conteniendo todo lo que Mª Paz Moreno es capaz de ofrecer (y es mucho) en su escaso medio centenar de páginas, en sus 24 poemas.
     Si esto fuera realmente una crítica de poesía, no podría dejar de señalar que los versos de Invernadero son como flechazos de lucidez; tendría que hablar del logro de su autora al solapar y fusionar cotidianidad y eternidad, individualidad y universalidad; no dejaría de comentar la lucha constante en pos de un lenguaje de intenta atrapar la trascendencia de los instantes, el pasado, el presente y el futuro de los hechos, los objetos, las personas. Si esto fuera una crítica literaria, haría referencia a aquellos poemas y versos donde se intuye la remembranza de otras épocas y otras voces: Lee Masters entreverado con la trascendencia de John Donne en “Cementerio inglés”; la poesía culturalista en “Simone de Beauvoir reflexiona ante un verso de Concha Méndez”; T. S. Eliot y el Lorca neoyorquino denunciando en “Elegía a Timothy Thomas”; los consejos de Merlín aflorando en un verso rotundo: «Cualquier árbol nos supera en sabiduría».

  
  Pero esto no es una crítica poética, ni siquiera literaria. Y más allá del homenaje y la devoción, esto fue, por encima de todo, un enorme abrazo.

María Paz Moreno
Invernadero,
Ed. Renacimiento, 2007.
49 páginas