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sábado, 11 de abril de 2015

VARIACIONES EN ROJO: tres problemas para degustar


    "En  esta época nuestra, tan caótica, hay algo que, humildemente, ha mantenido las virtudes clásicas: el cuento policial.Yo diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa, leída con cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden”. De esta guisa se manifestaba, en 1978, Jorge Luis Borges. Y no era para menos pues, por aquel entonces, la literatura, a fuerza de una pretendida (y pretenciosa) modernidad, había claudicado ante la verborrea experimental, creando unas obras maravillosamente complicadas de las que el lector, de siempre escaso y perezoso, tendía a huir. Un año antes de la conferencia de Borges, el 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh pasaba a integrar la lista de desaparecidos bajo la dictadura militar que imperaba en Argentina. Tenía únicamente 50 años; un futuro prometedor y un brillante pasado se veían, de este modo injusto, truncados.
    Espasa Calpe recupera, en una edición pulcra y lograda, una de las obras más interesantes del malogrado escritor argentino: Variaciones en rojo, volumen escrito en 1953, que recoge tres relatos de factura policiaca que harán las delicias de todos los aficionados al género. Walsh, aunque no tiene todavía treinta años, sabe lo que escribe y por donde se mueve. Desde luego, hay momentos en los que se advierte la juventud del autor, deseoso de agradar e impresionar; pero son los menos. Pues aunque parece cosa harto sencilla, la buena literatura policiaca es muy difícil de conseguir debido a que su estructura y argumentos han adquirido, con el paso de los años, un toque de monotonía ¾por lo repetido y manido¾ que, para no caer en la ridiculez o la inverosimilitud, exige del escritor un esfuerzo de superación casi constante: por una parte, debe luchar contra la inteligencia del lector ¾exigente y poco conformista¾, evitando caer en lo evidente, por un lado, y en lo fantástico e imposible, por otro; y por otra parte, debe enfrentarse y arrastrar el peso de una tradición que va nutriéndose y perfeccionándose, según los historiadores,  desde 1840.
     En las tres narraciones que forman el libro se advierten los gustos de Walsh y su buena mano para plantear y resolver problemas. No en vano trabajó desde los años 50 como corrector de pruebas y traductor para la editorial bonaerense Hachette, una de las grandes difusoras de novela policiaca en el continente americano. Los tres relatos están protagonizados por el detective amateur Daniel Hernández (un homenaje, claro, a Dashiell Hammett: D.H.), que trabaja como corrector de pruebas en una editorial¾un alter ego del propio Rodolfo Walsh¾. Los títulos de estos tres cuentos que integran el volumen son: La aventura de las pruebas de imprenta, Variaciones en rojo y Asesinato a distancia. Los tres títulos aparecen como tres muestras magistrales de esa tendencia del género policiaco que se denominó novela-problema. El lector avezado puede deducir de su lectura rasgos y homenajes a Dickson Carr, S.S. Van Dine, Ellery Queen, Gaston Leroux... sin olvidar a Chesterton o al propio Borges.
      No hay persecuciones, ni ráfagas mortíferas, ni mujeres fatales que confundan al detective. Los hechos son presentados con una meticulosidad científica, y así el problema se convierte en un puro juego lógico donde el autor no duda en retar al lector a descubrir el misterio. En los tres relatos, el feo y miope Daniel Hernández debe enfrentarse a suicidios que no lo son, coartadas firmes que se desmoronan como castillos de naipes, nuevas versiones de temas clásicos ¾frente al problema de la habitación cerrada por dentro se nos propone el problema inverso: la habitación está cerrada por fuera y el arma homicida también está en el exterior¾, culpables confesos que ocultan otros crímenes más graves...

     Hay quien ha subestimado la novela policiaca aludiendo a su escasa calidad literaria, provocada por la búsqueda de un argumento novedoso e impactante, en menoscabo del estilo. Es cierto que Rodolfo Walsh no es ni Borges ni Chesterton, pero su estilo no desmerece un ápice su obra. Desde luego no estamos ante una obra maestra de la literatura, pero tampoco ante un autor mediocre. Esperemos que Espasa (o quien sea) tenga a bien recuperar el resto de la producción de Rodolfo Walsh. Los amantes de la buena novela policiaca se lo agradecerán... y el resto de lectores también.

Rodolfo Walsh,
Variaciones en rojo,
Espasa Calpe, Madrid, 2002. 238 páginas.

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