Nada queda
en tu rostro salvo piedras,
ladrillos, travesaños, vigas, nada.
Un fue que ya no existe ni es pasado
hoy pace en la derrota de tu arena.
Contemplo
los montones
de yeso, cal y llantos:
quebradas escaleras, puertas rotas,
juguetes olvidados junto a perchas
desnudas, cachivaches desmayados.
No hay
risas ni gritos. No hay besos;
y la desolación deviene en asco.