El continente europeo es una superficie de tierra que
sobrepasa los diez millones de kilómetros cuadrados. Está delimitado por el
Océano Atlántico, al Oeste; el Mar Mediterráneo, el Mar Negro y las montañas
del Cáucaso, al Sur; el Mar de Noruega y el mar de Barents, al Norte; y el Mar
Caspio y los Montes Urales, al Este.
Abarca, si nuestros números no andan errados, cuarenta
y dos estados: Islandia, Irlanda, Reino Unido, Portugal, España, Andorra, Francia,
Bélgica, San Marino, Mónaco, Liechtenstein, Luxemburgo, Italia, Serbia,
Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia, Grecia, Albania, Bulgaria,
Rumanía, Hungría, Eslovenia, Malta, Suiza, incluso una parte de Turquía (donde
está Estambul), Austria, Chequia, Eslovenia, Holanda, Polonia, Dinamarca,
Noruega, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania y
(una parte de) Rusia. En total suman una población que ronda los 800 millones
de habitantes.
Además, muchos de estos países —no diré todos, pues los desconozco con detalle— están formados por diversas “culturas” o “nacionalidades”. Así, por
ejemplo, hallamos el caso del Reino Unido, formado por Escocia, Gales,
Inglaterra e Irlanda del Norte. O el de España, que contiene Galicia, el País Vasco,
Cataluña, Castilla, Andalucía, etc…
Imagino que a estas alturas, el lector se estará
preguntado a qué viene todo este repaso de nuestros tiempos escolares. Todo
esto viene porque continuamente —y no solo hoy en día, sino ya desde tiempos
remotos— en los medios de comunicación (periódicos, radios, televisiones) e
incluso en los tratados de historia o los ensayos sobre cultura (pintura,
arquitectura, literatura) se ha venido aludiendo insistentemente a la CULTURA
EUROPEA, como una idea homogénea y compacta, una especie de estancia superior e
increíblemente prestigiosa donde la CULTURA ESPAÑOLA siempre tenía necesidad de
entrar pues —pobres de nosotros— nunca estábamos culturalmente a la misma
altura que los europeos (¿tal vez porque éramos de la Polinesia?). Y así (era y)
es muy fácil encontrar expresiones del tipo: «La poesía española no está a la
misma altura que la europea»; «la política española se mueve a un nivel
distinto (siempre es más bajo) que el resto de la política europea», etc.
Y digo yo, tras ese repaso geográfico y político en
torno a qué y quiénes conforman Europa, ¿alguien puede decirme QUÉ demonios ES
LA CULTURA EUROPEA? ¿La vida de los lapones del norte de Finlandia, la de los
sicilianos al sur de Italia, la de los macedonios, la de un señor que vive a
las afueras de Cádiz?
¿Usted saben la respuesta? Siento decir que yo no la
sé. A no ser que nos conformemos con esta: la cultura europea es toda
manifestación cultural que se produce en Europa… porque más allá de esto, no sé
muy bien qué responder. Sin duda los que insisten en que España está (y ha
estado desde no sé cuántos siglos) culturalmente “atrasada” con relación a
Europa deben saberlo. Yo no lo sé.
¿Acaso Europa es un organismo o ente compacto, de una
pieza, pétreamente idéntica e igual a lo largo de los siglos? ¿Acaso
Europa es un bloque sin fisura alguna, al que no han influido para nada las
continuas invasiones (árabes, otomanos, orientales y seguro que muchas más)
tanto físicas como “ideológicas” (norteamericana, por supuesto), y que durante
siglos y siglos se ha desarrollado aisladamente del resto del planeta? ¿Acaso
hay naciones “más” europeas que otras y, por tanto, naciones “menos” europeas
que el resto? ¿Existe, pues, una nación enteramente europea, pura, íntegra, no
contaminada por el resto de naciones que son más o menos europeas? ¿No tienen
la sensación de que todas estas preguntas son una auténtica gilipollez? Pues yo
sí… pero es que la idea de una Europa oficial, íntegra, arquetípica, homogénea… también es una estupidez.