SOMOS LO QUE RECORDAMOS
Confieso que abrí la nueva novela del
tinerfeño Daniel H. Chambers, afincado en Alicante, con cierto recelo pues no
soy un gran amante de la ciencia ficción. Y confieso que la he cerrado con un
buen sabor de boca (o de ojos). La novela no es sobresaliente, desde luego;
pero está narrada con una prosa funcional y efectiva, el argumento —mezcla de
tecnología futurista (o no tanto) y relato de serie negra— se desarrolla a un
ritmo bueno que no llega a agobiar al lector, por la profusión de acciones, ni lo aburre. En definitiva, se trata de una
novela escrita para entretener (y lo consigue sobradamente) y, quizás, lanzar
algunas cuestiones sobre los peligros de los avances tecnológicos en estos
tiempos donde la tecnología se ha convertido en el nuevo dios (y, por tanto, en
el nuevo “opio del pueblo”).
Memoria
herida está estructurada en doce capítulos más
una especie de epílogo, muy breve, que el autor coloca en su afán de ejercer la
justicia poética; puesto que la Justicia humana se muestra casi siempre
insuficiente. La narración alterna la primera y la tercera persona en
fragmentos convenientemente delimitados que no confunden al lector y permiten
contemplar la historia contada desde varios puntos de vista.
La propuesta de Chambers es la siguiente:
Alicante, año 2042. Han pasado trece años desde que un virus mortal ha borrado
de la faz de la Tierra a un tercio de la población mundial. En este contexto
(donde no hay vehículos voladores ni otros cachivaches, lo que es de
agradecer), se ha inventado un dispositivo pensado para que los enfermos de
Alzheimer puedan grabar sus recuerdos: consiste en una especie de placa o disco
duro instalado en la base de nuestro cráneo. Pero, como en este mundo no hay
cosa buena que no venga emparejada con su mal empleo, muy pronto este
dispositivo se populariza y pasa a ser de uso cotidiano entre todos, enfermos o
no. Y, con ello, surge también el robo de recuerdos, las falsificaciones de
estos: todo un mercado negro dedicado a traficar con los recuerdos de las personas
porque, al fin y al cabo, ¿qué somos salvo un cúmulo de recuerdos que conforman
nuestro presente? Somos aquello que recordamos.
El protagonista de Memoria herida es Zacarías Buenaparte, un detective privado, que se
ve inmerso, a través de los requerimientos de un cliente, en una trama de
corrupción que apunta hacia las grandes empresas farmacéuticas. Su
investigación le lleva a cruzarse un mafioso dedicado al tráfico de blancas y
que, a la postre, se convertirá en la piedra angular que sustente la solución
del misterio.
Confieso que la novela se lee casi en una
sentada porque es relativamente corta y porque la prosa discurre sin
complicaciones estilísticas. Sin embargo, me disgusta en ocasiones el tono
juvenil que emplea el autor, empeñado en explicarlo todo y no dejar ninguna
rendija por donde el lector pueda asomarse. En la literatura, como en la
pintura, el lienzo ha de tener también espacios de luz para que la vista no se
estrelle. Chambers tiene en su haber
prestigiosos premios de literatura juvenil e infantil, y ese estilo se
nota en algunos momentos de la historia. Es de lamentar que el autor no haya
intentado ir más allá en el dibujo de los personajes y sobre todo en la
descripción de un mundo, el de las farmacéuticas, tan inhumano como, lamentablemente,
tácitamente aceptado.
Clientes
de dudosa reputación, suplantación de identidad, trata de blancas, un puñado de
asesinatos, el peligroso mundo de la web oscura y la corrupción del poder, que
no podía faltar en una novela de género policiaco, forman un cóctail muy
digerible que deja, tras la lectura, una satisfacción que, si no es plena, es
al menos agradable. Un libro recomendable para desconectar del tráfago diario.
Memoria herida, Daniel H. Chambers, Ediciones Versátil, Barcelona, 2019. 206 páginas.