"En
esta época nuestra, tan caótica, hay algo que, humildemente, ha
mantenido las virtudes clásicas: el cuento policial.Yo diría, para defender
la novela policial, que no necesita defensa, leída con cierto desdén ahora, está
salvando el orden en una época de desorden”. De esta guisa se manifestaba, en
1978, Jorge Luis Borges. Y no era para menos pues, por aquel entonces, la
literatura, a fuerza de una pretendida (y pretenciosa) modernidad, había claudicado ante la
verborrea experimental, creando unas obras maravillosamente complicadas de las
que el lector, de siempre escaso y perezoso, tendía a huir. Un año antes de la
conferencia de Borges, el 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh pasaba a integrar
la lista de desaparecidos bajo la dictadura militar que imperaba en
Argentina. Tenía únicamente 50 años; un futuro prometedor y un brillante pasado
se veían, de este modo injusto, truncados.
Espasa Calpe recupera, en una edición
pulcra y lograda, una de las obras más interesantes del malogrado escritor
argentino: Variaciones en rojo, volumen escrito en 1953, que recoge tres
relatos de factura policiaca que harán las delicias de todos los aficionados al
género. Walsh, aunque no tiene todavía treinta años, sabe lo que escribe y por
donde se mueve. Desde luego, hay momentos en los que se advierte la juventud
del autor, deseoso de agradar e impresionar; pero son los menos. Pues aunque
parece cosa harto sencilla, la buena literatura policiaca es muy difícil de
conseguir debido a que su estructura y argumentos han adquirido, con el paso de
los años, un toque de monotonía ¾por lo
repetido y manido¾ que,
para no caer en la ridiculez o la inverosimilitud, exige del escritor un
esfuerzo de superación casi constante: por una parte, debe luchar contra la
inteligencia del lector ¾exigente
y poco conformista¾,
evitando caer en lo evidente, por un lado, y en lo fantástico e imposible, por
otro; y por otra parte, debe enfrentarse y arrastrar el peso de una tradición
que va nutriéndose y perfeccionándose, según los historiadores, desde 1840.
En las tres narraciones que forman el libro
se advierten los gustos de Walsh y su buena mano para plantear y resolver
problemas. No en vano trabajó desde los años 50 como corrector de pruebas y
traductor para la editorial bonaerense Hachette, una de las grandes difusoras
de novela policiaca en el continente americano. Los tres relatos están
protagonizados por el detective amateur Daniel Hernández (un homenaje, claro, a Dashiell Hammett: D.H.), que trabaja como corrector de pruebas en una editorial¾un alter ego del propio Rodolfo Walsh¾. Los títulos de estos tres cuentos que integran el volumen son: La aventura de las pruebas de imprenta, Variaciones en rojo y Asesinato a distancia. Los tres títulos aparecen como tres muestras magistrales de esa
tendencia del género policiaco que se denominó novela-problema. El lector
avezado puede deducir de su lectura rasgos y homenajes a Dickson Carr, S.S. Van
Dine, Ellery Queen, Gaston Leroux... sin olvidar a Chesterton o al propio
Borges.
No hay persecuciones, ni ráfagas
mortíferas, ni mujeres fatales que confundan al detective. Los hechos son
presentados con una meticulosidad científica, y así el problema se convierte en
un puro juego lógico donde el autor no duda en retar al lector a descubrir el
misterio. En los tres relatos, el feo y miope Daniel Hernández debe enfrentarse
a suicidios que no lo son, coartadas firmes que se desmoronan como castillos de naipes, nuevas versiones de temas clásicos ¾frente al problema de la habitación cerrada por dentro se nos
propone el problema inverso: la habitación está cerrada por fuera y el arma
homicida también está en el exterior¾,
culpables confesos que ocultan otros crímenes más graves...
Hay quien ha subestimado la novela
policiaca aludiendo a su escasa calidad literaria, provocada por la búsqueda de
un argumento novedoso e impactante, en menoscabo del estilo. Es cierto que
Rodolfo Walsh no es ni Borges ni Chesterton, pero su estilo no desmerece un
ápice su obra. Desde luego no estamos ante una obra maestra de la literatura,
pero tampoco ante un autor mediocre. Esperemos que Espasa (o quien sea) tenga a
bien recuperar el resto de la producción de Rodolfo Walsh. Los amantes de la
buena novela policiaca se lo agradecerán... y el resto de lectores también.
Rodolfo Walsh,
Variaciones en rojo,
Espasa Calpe, Madrid, 2002. 238 páginas.
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