Se sorprende mi amigo Fernando Lindes
(Librería 80 Mundos, en Alicante) de la gran cantidad de títulos de Chesterton
que encuentra en sus surtidos anaqueles. Se justifica esta sorpresa porque
confiesa no haber leído ninguno de los libros del genio inglés. Los
chestertonianos —como un servidor— nos sorprendemos de que no estén a la venta
muchos más volúmenes. No es el señor Lindes mal lector —doy fe de ello—, pero
ocurre con Chesterton una situación en España cuanto menos peculiar. Durante el
franquismo, sus obras se vendían como muestras de literatura católica; años
después adoptaron la etiqueta de “literatura juvenil” (en Anaya, por ejemplo). La obra del autor inglés
fue mostrándose bajo membretes que ni eran fieles al original ni justos.
Recientemente la editorial Valdemar, la valenciana Pre-textos y luego El
Acantilado nos han mostrado un Chesterton tan completo como genial; porque no
puede ser otro el calificativo con el que debemos describir a este orondo y
lúcido autor nacido en Londres en 1874 y muerto en 1936.
La caducidad de los derechos de autor de
sus obras ha propiciado, sin duda, esta proliferación de nuevas publicaciones:
su Autobiografía, sus artículos en Correr tras el propio sombrero y la
genial Herejes, en El Acantilado; esa
confesión irónica y lúcida que es Ortodoxia,
en Editorial Alta Fulla; sus relatos policiacos en Valdemar. Toman el testigo
ahora la cordobesa El olivo azul y la católica Encuentro. La primera nos trae
una antología de diecisiete relatos —la mayoría inéditos— que recorren el
segmento temporal que comprende desde 1891 (dieciséis años tenía Chesterton
cuando pergeñó ese humorístico divertimento que es «Tratado elemental de
demonología») y llega hasta mediados de la década de 1930 con el magistral
policiaco «El hombre que mató al zorro». No recomiendo a mi amigo Fernando este
volumen, que parece más pensado y confeccionado para los conocedores e
incondicionales del autor británico. La lectura de los relatos muestra una
evolución en la trayectoria de Chesterton y también la corroboración de una
verdad que ya suponíamos: su fidelidad constante a unos temas obsesivos (el
poder y sus consecuencias; la verdad como elemento de discursión; el
perspectivismo como factor imprescindible de conformar la realidad); el dominio
asombroso de una técnica basada en los juegos de palabras y las paradojas, que
lejos de confundir crean en el lector la necesidad de reflexionar.
La publicación, en un solo volumen, de los
cinco libros de relatos protagonizados por el padre Brown (cincuenta
narraciones en total), junto a tres nuevos cuentos —no todos completos—
inéditos en nuestro país, se nos muestra como la mejor introducción, y también el
mejor homenaje, a la capacidad creativa de Chesterton. Hasta la fecha los
degustadores de las aventuras del curita de Essex debíamos saltar de editorial
a editorial —con paradas en librerías de viejo y también en los originales en
lengua inglesa—. La aparición de este volumen debe enorgullecernos a todos los
buenos degustadores de literatura y servir como acicate a aquellos que todavía
no se han acercado (los pobres) a la prosa absorbente, hipnotizadora e
irremediablemente humorística de uno de los mejores escritores en lengua
inglesa del siglo XX. Este voluminoso libro aparece como la prueba de uno de
sus más recordados enunciados, y que he tomado como encabezamiento de mi blog: “Lo más increíble de los milagros es que suceden”.
G. K. Chesterton,
Tratado elemental de demología,
El olivo azul, Córdoba, 2008. 169 pág.
El padre Brown. Relatos completos,
Encuentro, Madrid, 2008. 1.054 pág.
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