Después de más de quince años bregando por inculcar a los alumnos el amor a los libros y tras casi cuarenta años ejerciendo de lector compulsivo, he llegado a dos conclusiones.
La primera de ellas es que se puede vivir sin los libros; existe una vida más allá de la lectura... pero es una vida más pobre, más limitada y, desde luego, más aburrida; una vida incompleta, quebrada y quebradiza semejante a un puzle al que le falta una pieza. El mundo actual ofrece muchas alternativas; pero todas son infinitamente menos imaginativas.
La segunda conclusión es que existe tal cantidad y variedad de libros que es imposible que no haya ni siquiera uno que no encaje en nuestros gustos, que no nos ayude a se mejores. No leer es una opción suicida. Y si algo lamento en esta vida es no disponer de muchos más años... habiendo tantos libros como todavía quedan por leer y vivir.
Mi hijo está enganchado a los tebeos de Mortadelo y Filemón. Es normal a su edad. Clara, cuatro años menor, ha acabado su primer libro sin dibujos: Harry Potter. Ambos leen antes de dormir, en parte porque les animamos, en parte porque les da la gana. Y no los veo nada traumatizados, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.