En 1994 Woody Allen dirigió Balas sobre
Broadway. La película relata las peripecias de un autor teatral y las
vicisitudes que debe superar su obra para ser estrenada. En un momento de la
película, el escritor (y gángster) que interpreta Chazz Palmintieri asesina a
una de las actrices del montaje, alegando que su interpretación perjudicaba la
obra. El crimen se jusfica en pro de la obra de arte. Recuerdo ahora esta
película y esta secuencia porque presenta ciertas similitudes con la idea que
se desprende de la novela corta El móvil: la realización, por parte de
un escritor, de una obra maestra a cualquier precio, empleando cualquier medio,
pasando por encima de principios éticos y morales.
El móvil de
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) apareció por vez primera en 1987,
dentro de un volumen de relatos. Sin duda, aprovechando el éxito sin paliativos
de Soldados de Salamina, fue reeditado por la barcelonesa Tusquets. Lo
que podía denunciarse como una mera operación comercial deviene en una alegría
para todo lector, porque la novela de Cercas no tiene desperdicio.
El argumento es de lo más excitante: el
protagonista, Álvaro, ha desdoblado su existencia entre el trabajo ¾necesario para sobrevivir, pero poco placentero¾ y su pasión por la escritura. Su ambición es crear una obra
maestra de la literatura, revolucionar la novelística; y para conseguirlo no va
a detenerse ante nada. Semejante al Edgar Allan Poe que, en su Filosofía de
la composición, desgranó los elementos que convierten un simple poema en
una joya literaria; así Álvaro se comporta como un médico antes de operar,
planificando cada paso de su labor hacia esa novela “definitiva”: analiza las
creaciones ajenas, aprecia los pros y los contras, busca personajes, imagina
argumentos, y cuando ya ha sacado las conclusiones que estima acertadas
comienza su tarea. Poco a poco esta labor va a ir absorbiéndolo por completo,
hasta llegar a un punto en que la pasión por escribir le hace olvidarlo todo:
las barreras que delimitan el Bien y el Mal son derrumbadas; no existen
términos en su afán por crear la novela que imagina lo llevará al Parnaso de la
Fama. En su intención de buscar un argumento lo más verosímil posible ha
observado, como un vulgar voyeur, la vida de sus vecinos. Incluso ha refundido
y moldeado esa realidad que lo circunda para adaptarla a sus intenciones.
Pero
volvamos a El móvil, que se presenta como una
obra sobre el hecho de escribir y también como una curiosa novela de misterio,
cuyo desenlace ¾que desde luego no desvelaré¾ no va a dejar de sorprender al lector. Quizás en esa pirueta del
final ¾demasiado abierto (cosa poco
recomendable cuando se trata de una novela policíaca)¾ estribe la única debilidad de una obra redonda: breve, directa,
amena, intrigante y bien escrita. Pero no hay que pedir lo imposible. Por
principio, toda novela policíaca posee un final de menor calidad que el resto
de la obra. Basta con que recordemos a Pascal: lo que realmente nos satisface y
divierte es la caza en sí, no la presa última.
El móvil,
Javier Cercas,
Tusquets Editores, 2003.
110 páginas.
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