No llovió aquella semana,
y la mugre y el ruido pesaban
Y, aún así, la memoria se alegra
al recordarme
colgado de tu hombro de niña buena.
Porque era un lujo pasear
por una calle estrecha y curva,
salpicada de tiendas y gritos de reclamo: camisetas,
combolóis, cerámicas y plata.
Era un lujo apoyar mi mano en tu hombro,
y rozar (fingiendo no darme cuenta)
el lóbulo de tu oreja, la nuca, peinar
tu pelo
...brevemente,
para no mancillarte con mi tacto.
En una ciudad muerta y sucia
como Atenas,
sólo el ocio de vagar por
aquella calle
—barrio dela Plaka —
nos reconfortaba.
—barrio de
nos reconfortaba.
Porque fue un lujo sentarse
en la popa
(¿te acuerdas de aquel día?),
dar de comer
a las gaviotas, y que el viento
removiera nuestros cabellos;
soportábamos el frío cortante...
porque era un don matar el tiempo ensayando poses,
soñando con regresar a Poros,
a Hydra —sacando fotos—,
a Egina (un poco menos).
Y al volver a nuestra calle,
las camisetas blancas
eran como una estela de gaviotas
que nos traía el mar.
A Mª Paz Moreno
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