El pasado 19 de noviembre... No podía fallar, sobre todo al recibir la invitación que Juan
Vera, el director del Teatro Castelar, de Elda, me había enviado. En ella se
aludía a la presentación del último poemario del escritor noveldense Joaquín
Juan Penalva. No podía fallar no solo porque el mencionado poeta es amigo, sino
porque el recital poético que envolvía la presentación del libro estaba
amenizado por el guitarrista Pepe Payá… ¡Que yo iba a tocar la guitarra en Elda y
no me habían dicho nada! ¡Como para fallar, vamos!
Y valió la pena, por supuesto. Primero por el entorno: el
vestíbulo del Teatro Castelar es tan acogedor como el resto del edificio que
Juan Vera, ejerciendo de cicerone, tuvo la gentileza de mostrarme.
Tras la presentación del
acto a cargo de la Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Elda, María Belén
Alvarado, el profesor Alejandro Jacobo tomó la palabra para describir el último
trabajo de Penalva, Anfitriones de una
derrota infinita (publicado en Huerga & Fierro, Madrid). Se trata del
tercer poemario en solitario tras La
tristeza de los sabios (2007) e Hiberna,
hibernorum (2013). Una obra que sigue la línea abierta en Babilonia, mon amour (2005), poemario
escrito conjuntamente con Luis Bagué. En Anfitriones
de una derrota infinita coinciden la poesía de la experiencia y la poesía
culturalista, con muchas reminiscencias cinematográficas que harán las delicias
de los cinéfilos.
Acto seguido Reme Páez, Rafael Carcelén y el propio poeta
recitaron algunos de los poemas del libro, acompañados magistralmente por la
guitarra exquisita de Pepe Payá… No era yo, claro. Ni tampoco mi hermano Remi,
al que hace tiempo que los médicos le recomendaron que dejara la guitarra a un
lado. Pero la coincidencia hizo que admirara y degustara la sabiduría y el arte
inmenso de un gran guitarrista. La velada fue maravillosamente íntima y
erudita. Y me dejó un sabor de boca excelente. La prueba es esta entrada que
ahora leéis en un blog que no es nada propenso a recorrer ni recoger la
actualidad; pero es que la sensación de tuve durante la escasa hora que duró el
acto y que, más tarde, me acompañó durante el viaje de vuelta a Biar fue la de
haber rozado el cielo con las yemas de los dedos. Os muestro dos poemas del
libro de Joaquín Juan Penalva que, estoy seguro, os agradarán.
Ars longa…
Escribo para recordar
lo que he leído…
lo que he visto…
lo que he sido.
…Vita Brevis
El mundo es tan grande…
y tantos los libros,
y tantos los sueños…
que cada vez me veo
más pequeño,
más insignificante,
más cercano al suelo,
parte del polvo,
fragmento de la tierra,
promesa de ceniza,
certeza de nada.
No sabía que tocaras la guitarra (es broma). Lo más difícil de la poesía, en mi humilde opinión, es lograr decir algo con sencillez. Creo que tu amigo lo logra.
ResponderEliminarUn abrazo.