Con apenas unos meses de distancia, el
filósofo valenciano Miguel Catalán (1958) ha publicado dos nuevas entregas de
su Seudología: La sombra del Supremo. Seudología V y Ética de la verdad y de la mentira. Seudología VI. Poco a poco,
como la débil gota que golpea incansablemente sobre el duro granito y termina
por traspasarlo, Miguel Catalán va dando cumplida cuenta de una empresa que se
antojaba poco menos que imposible: un estudio concienzudo y documentado de la
mentira en todas sus vertientes —cuajado, además, por una prosa amena y certera—.
La empresa, según palabras del autor, abarcaría veintidós volúmenes. Lo
importante no es tanto cumplir con el objetivo como intentarlo. Y damos fe de
que Miguel Catalán lo está intentando con unos resultados sobresalientes.
Tras los anteriores volúmenes de la serie —El prestigio de la lejanía, Antropología de la mentira, Anatomía del secreto y La Creación burlada—, algunos de ellos
publicados de nuevo por Verbum en unas ediciones que corrigen, puntualizan y
aportan nuevos y mejores datos, Miguel Catalán, en La sombra del Supremo, se sumerge en una de las mentiras más
insoportables para el ser humano (de cualquier cultura y tiempo): que Dios, el
Ser Supremo, el Hacedor (tenga el nombre que tenga dependiendo de la religión o
la cultura) mienta a los hombres, sus creaciones. Con la destreza de un
cirujano, el filósofo valenciano desmenuza las teorías que, desde los orígenes
de la Humanidad, han pretendido entender, justificar, aceptar o, incluso,
“disfrazar” el hecho de que nuestro Dios sea un mentiroso. Miguel Catalán pone
sobre el tapete las teorías de Zoroastro, las versiones bíblicas (tanto en el
Antiguo o como en el Nuevo Testamento), el lúcido dilema de Epicuro —todo un
hallazgo para el autor de estas líneas: Dios es o bueno u omnipotente, pero no
puede ser ambas cosas a la vez—, las teorías cartesianas para justificar el
engaño divino a través de un demiurgo maligno o travieso… La conclusión a la
que llega el autor nos obliga a reflexionar no solo sobre dogmas religiosos,
sino también sobre premisas filosóficas. Una conclusión que relaciona este
libro con otros anteriores como La
Creación burlada o Antropología de la
mentira: «la falsedad y la ilusión no son excepciones de la naturaleza ni
de la cultura, sino que forman parte de ambas. Son inherentes a ellas e inextricables
entre sí».
El siguiente volumen, Ética de la verdad y de la mentira. Seudología VI, llega refrendado
por la obtención del V Premio Juan Andrés de Ensayo e Investigación en Ciencias
Humanas. El tomo —tan jugoso como los anteriores, o quizás más— parte de la
pregunta: ¿existe alguna circunstancia en que sea legitimo mentir? Tras un
recorrido histórico a través de las respuestas de San Agustín, Santo Tomás,
Kant, Habermas y muchos otros filósofos, Catalán llega a la conclusión de que
la sociedad existe porque el ser humano miente a sus semejantes, porque decir
la verdad siempre y en toda ocasión terminaría provocando la ruptura de la
civilización tal y como la entendemos: querámoslo o no, hay verdades que pueden
matar. La prosa de Miguel Catalán es tan justa como estilosa, convirtiendo
temas que podrían parecer tediosos o confusos en monumentos de divulgación y
entretenimiento. No miento si digo que he leído ambos tomos como si de novelas
se tratasen; ahí radica gran parte del mérito del filósofo valenciano: en hacer
fácil lo difícil y claro lo que parecía nebuloso.
Según el autor, a partir de este punto de
su ambicioso proyecto, Seudología va
a internarse en la mentira dentro del mundo de la política. Comenta Miguel
Catalán que esta parte de su trabajo abarcará cinco volúmenes. Lo cierto es que
conforme está el patio (nacional e internacional)… pocos nos parecen.
Miguel Catalán,
Ética de la verdad y de la mentira, ed. Verbum, Madrid, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario