G. K. Chesterton publicó la novela El
hombre vivo en 1912. Sólo un año antes había alumbrado esa maravilla que es
El candor del padre Brown; y poco antes la fantasía política El
Napoleón de Notting Hill y El hombre que era Jueves —que alguien
definió como la novela policiaca y de aventuras metafísica más divertida y
asombrosa de todos los tiempos—. Chesterton, pues, ya no es un autor primerizo.
Sabe escribir y el lector lo advierte en las primeras líneas de la novela.
Aun siendo un gran admirador de
Chesterton, no conocía esta obra. La editorial Valdemar nos la ofrece en una edición manejable y cómoda; con una
correcta traducción de Rafael Santervás. Siguiendo con las confesiones diré
que, aun habiendo leído gran parte de su ingente producción, Chesterton nunca
deja de sorprenderme pues posee el arte dificilísimo de convencer, de presentar
unos argumentos poco menos que increíbles con una naturalidad tal que los convierte
en simples, cotidianos y verosímiles cuando realmente no lo son.
El hombre vivo es un ejemplo característico del arte de nuestro autor. Dividida
en dos partes, en la primera se nos presenta al excéntrico y enigmático
Innocent Smith. La acción se desarrolla en una casa de huéspedes donde éstos
aparecen como seres grises y aburridos... hasta la irrupción del susodicho
personaje. El señor Smith pide matrimonio a una inquilina, quien ¡acepta! ante
la sorpresa de todos. Algunos huéspedes opuestos a la boda presentan
acusaciones contra el señor Smith: intento de asesinato, robo, allanamiento,
abandono matrimonial, poligamia. En la segunda parte, otro grupo convencido de
la inocencia del personaje se encargará de rebatir todas estas falsas
acusaciones. Y no digo más, so pena de desvelar la sorpresa final que nos
depara ese genio que fue Chesterton.
A
los conocedores de sus obras, sólo decirles que —como siempre, como me pasa a
mí cada vez que penetro en sus libros— será como volver a encontrar ese paraíso
perdido que siempre fue nuestra niñez y nuestros juegos infantiles. A aquellos
que se animen por vez primera a adentrarse en los luminosos caminos de la prosa
de Chesterton les aseguro que aburrimiento y decepción son vocablos prohibidos.
Con la lectura de Chesterton uno siempre se siente transportado a un mundo
inocente, claro, azul y nítido que ya creía olvidado. Sé que mi admirado autor
nunca pretendió ni intentó cambiar el mundo con sus escritos: se conformó con
hacernos a sus lectores la vida mucho mejor. Y lo consiguió con creces.
Gilbert Keith Chesterton
El hombre vivo,
Ed. Valdemar, 300 páginas.
Por lo pronto, ya has excitado mi curiosidad hacia esta obra, que será la segunda lectura que realizo de Chesterton. La primera fue El candor del padre Brown, y si quieres conocer mi opinión tendrás que sacármela con algo más que una conversación virtual.
ResponderEliminarUn abrazo.