Porque No acosen al asesino es una novela policiaca. Y lo que es más
sorprendente: una novela policiaca alejada de la tendencia “negra” de autores
como Montalbán o Madrid; y decantada hacia la novela-problema de tradición
inglesa (desde Agatha Christie hasta P. D. James). Ya el espacio y el tiempo en
el que se desarrolla la acción la acerca a la tendencia inglesa del género: una
colonia de veraneantes de la costa cantábrica; durante tres calurosos días de
agosto aliviados con alguna que otra tormenta veraniega. Pero Guelbenzu no
puede olvidar su vena iconoclasta y plantea una nueva manera de relatar la
historia: el lector conoce la identidad del asesino desde la primera página,
incluso asistimos a la realización del crimen ¾la degollación de un Magistrado¾. A partir de entonces, la novela sigue los patrones del género:
buscar la luz en medio de las tinieblas, hallar el móvil de tan brutal acto...
poner orden donde sólo hay desconcierto.
Somos testigos de la investigación de la
Juez Mariana de Marco; de los temores del asesino; de las dudas de los vecinos
de la víctima. Múltiples voces y múltiples pensamientos se nos muestran
formando un mosaico perfectamente engarzado, con una mecanismo de movimientos
milimétricos. Sólo al final, cuando somos testigos del desenlace previsible de
la obra ¾porque en algunas novelas existe la
Justicia Poética¾, advertimos que el asesino ha
devenido en la víctima.
La obra no es, ni creo que lo pretenda, un
gran retrato de un grupo de personajes; ni mucho menos una crítica al sistema
judicial (aunque alguien pueda pensarlo). La novela sólo pretende entretener y
lo consigue. No es, desde luego, la mejor novela de Guelbenzu; pero es un buen
ejemplo de cómo hacer literatura digna sin renunciar a los gustos personales y
sin olvidar al lector; de cómo para ser buen escritor no hace falta destrozar
nada (la puntuación, por ejemplo), ni entretenerse en pajas mentales. Una buena
novela es una novela legible... y “relegible”; y ésta lo es.
El verano parece una estación muy
prestigiada para la lectura de novelas policiacas: tendidos bajo la sombra de
un parral, con una limonada a mano, dejándose llevar por los vericuetos de la
trama. Muchos son los que dedican las horas del verano a la evadirse mediante
la lectura de este género. No acosen
al asesino no sólo es buena novela policiaca, sino también buena
literatura, sus 400 páginas son todo un gustazo.
José María Guelbenzu,
No acosen al asesino,
Ed. Alfaguara, 2001. 412 págs.
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