No es necesario haber leído a Séneca para
saber que la vida es una lucha constante, para comprender que más allá de los
reveses de la Historia
están las batallas privadas de la historia, de aquella “intrahistoria” a la que
aludía sabiamente nuestro gran Unamuno.
Historia
de un matrimonio se nos presenta como el relato
elegante, sutil y comedido —sin embargo, certero y duro— de las vicisitudes que
sufre la pareja integrada por la joven Pearlie y el hermoso Holland Cook. No es
éste un libro que haya que leer de un tirón; no hay que “devorarlo”. Por el
contrario, es esta una novela que hay que saborear, masticando lentamente el
correr de las oraciones, disfrutando al adentrarse en los meandros de la
narración, en los recodos de un camino sembrado de sorpresas, miedos y
alegrías, un sendero aderezado con quiebros argumentales que evocan a Henry
James y su Vuelta de tuerca. Con una
prosa reposada, el autor nos describe el combate que debe librar la
protagonista femenina para salvar su matrimonio, para permanecer aferrada a esa
enorme palabra que es “amor” o, al menos, a su sucedáneo: la convivencia digna.
El lugar: San Francisco. El tiempo: 1953.
Los Estados Unidos de América viven bajo el temor a la amenaza comunista: la
“caza de brujas” del senador McCarthy, la guerra de Corea, el juicio de los
Rosenberg y su posterior ajusticiamiento, el temor a la guerra nuclear. La
supuesta inocencia y simplicidad de la época estuvo marcada por el miedo y el
silencio: la segregación racial, los tabús sexuales de “lo diferente”, la
fachada de una vida de pujanza y riqueza asentada en unos cimentos cenagosos
que comienzan ya a tambalearse. En este contexto, el autor —mediante la voz
narrativa de Pearlie— nos describe la vida reposada del matrimonio Cook: él es
un hombre de salud delicada y ella debe protegerlo de sobresaltos suavizando el
sonido de los timbres de la puerta y el teléfono, eliminando del periódico las
noticias desagradables. Todo es calma y armonía en la casa y la vida de los
Cook: un remanso de paz, un locus amoenus
en una nación cada vez más histérica, en un país que se resiste a dejar atrás
los prejuicios de un tiempo anterior, en un paraíso donde el mal acecha entre
las rosas más hermosas.
Sin embargo, todo lo que parece seguro y
firme, cierto y verdadero, se desmorona con la aparición de Buzz Drumer, un
antiguo amigo de Holland. La irrupción de este personaje, que se convertirá en
uno de los vértices del triángulo protagonista, dota a la narración de un
intensidad que aumenta con cada página. Muy pronto las revelaciones asaltan al
lector y la sorpresa se adueña de la lectura.
Con una prosa y un manejo del Tempo
narrativo magistrales, Andrew Sean Greer (1970) ha escrito una novela absorbente y
asombrosa, una de esas joyas ocultas que a veces caen en nuestras manos y en nuestros corazones para recordarlas
durante mucho tiempo. En una época de literatura funcional y rápida (remedo del
fast food que asalta cada vez más
nuestra cotidianidad), en un tiempo donde la reflexión y el reposo de la
lectura parecen patrimonio de los autores ya difuntos o de media docena de
genios, Historia de un matrimonio
supone un hito que este lector tardará en olvidar (quizás nunca): no es la Gran Novela Norteamericana
—pues no es esta obra que alimente grandes compañas publicitarias—… pero se le
parece mucho.
Andrew Sean Greer,
Historia de un matrimonio, Ediciones Salamandra, 210 páginas.
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