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sábado, 28 de noviembre de 2015

SEUDOLOGÍA IV: LA CREACIÓN BURLADA (o los embustes divinos)



El libro de Miguel Catalán “La creación burlada”, candidato al ...   En La creación burlada. Seudología IV, el filósofo Miguel Catalán (Valencia, 1958) describe, analiza e indaga sobre “la ilusión del cosmos y el fraude de la vida”: la idea (la terrible sospecha) de que toda la existencia del ser humano se halle edificada sobre una enorme mentira. Con la prosa ágil, funcional y atractiva que lo caracteriza, Miguel Catalán pasa revista a las distintas formas culturales (pintura, literatura, religión, filosofía, cine) en que se ha manifestado, a lo largo de los siglos, el temor de que los dioses y la naturaleza hayan estado engañando y riéndose de las personas. El volumen, pues, muestra la otra cara de la moneda que ya enseñó en Antropología de la mentira, donde era el ser humano quien se las ingeniaba para engañar y mentir a los dioses.
     El lector (no necesariamente versado en terminología filosófica) advierte en seguida que Miguel Catalán es un erudito, un lector voraz y penetrante que bucea en un enorme abanico de libros religiosos y antropológicos: desde las milenarias tradiciones africanas hasta los tratados luteranos, pasando por los textos bíblicos y gnósticos, los grandes compendios de la literatura védica y budista, los hallazgos de la prosa hispanoamericana del siglo XX o las penúltimas películas norteamericanas. La enorme solvencia del autor —que muestra aunados docere et delectare— ha creado una obra amena y fácil de leer, salpicada de innumerables ejemplos que salpimentan agradablemente y corroboran los postulados teórico-filosóficos mostrados y, en ocasiones, defendidos. Cada línea desprende el gusto por la divulgación y el placer de la escritura: una sensación que el lector advierte desde las páginas iniciales y que provoca una lectura de lo más placentera.
    Son varios los temas que Miguel Catalán repasa en su libro, entre los que destacan: las falacias de los Dioses, en su afán por mantener oculto el arcano de la Creación (“la terrible verdad”), son el reflejo (o viceversa) del comportamiento de los padres hacia sus infantes; la idea del “mundo como teatro”, encontrada ya en textos y culturas ancestrales y acentuada durante el Barroco francés y español; la creación literaria comparada a la creación divina, la idea del Escritor como Dios y creador (el “poiésis” griego), con un análisis excelente sobre aspectos lingüísticos de Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo.
    El capítulo titulado “Reproducción y muerte” es, para quien esto escribe, el mejor del volumen: un detallado y clarificador análisis del comportamiento de los seres vivos (principalmente las hembras) con relación a sus descendientes, a través de un enfoque biológico sorprendente pero, también, triste y aterrador.
    No creemos exagerado afirmar que La creación burlada es un libro religioso escrito por un agnóstico: «Las acusaciones que a lo largo de este libro han vertido los hombres sobre la falsedad … de los dioses no son ateas, sino creyentes: pues basta con pensar que no hay Dios para que los recelos y reproches desaparezcan». Pues si existiera un Hacedor, un Demiurgo (mejor o peor), un “responsable cósmico”, un Dios (judío, cristiano, mahometano, etc.), ¿cómo justificar el funesto devenir de nuestro mundo? Como Jules Renard comentó: «No sé si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera».

     No obstante ser un placer y un acicate para la reflexión sobre nuestra cultura y nuestros actos, el volumen desprende una conclusión escalofriante: «Ninguna teodicea [teología fundada en principios de la razón] ha respondido de forma satisfactoria a los clamores de la humanidad doliente». También Pascal fue muy claro al respecto: «La condición del hombre es doble: …  incapaces de ignorar absolutamente y de saber ciertamente».


 Miguel Catalán, 

La creación burlada, Editorial Verbum, Madrid. 266 páginas.

lunes, 23 de noviembre de 2015

ANFITRIONES DE UNA DERROTA INFINITA, de Joaquín Juan Penalva

     El pasado 19 de noviembre... No podía fallar, sobre todo al recibir la invitación que Juan Vera, el director del Teatro Castelar, de Elda, me había enviado. En ella se aludía a la presentación del último poemario del escritor noveldense Joaquín Juan Penalva. No podía fallar no solo porque el mencionado poeta es amigo, sino porque el recital poético que envolvía la presentación del libro estaba amenizado por el guitarrista Pepe Payá… ¡Que yo iba a tocar la guitarra en Elda y no me habían dicho nada! ¡Como para fallar, vamos!
      
       Y valió la pena, por supuesto. Primero por el entorno: el vestíbulo del Teatro Castelar es tan acogedor como el resto del edificio que Juan Vera, ejerciendo de cicerone, tuvo la gentileza de mostrarme.

      Tras la presentación del acto a cargo de la Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Elda, María Belén Alvarado, el profesor Alejandro Jacobo tomó la palabra para describir el último trabajo de Penalva, Anfitriones de una derrota infinita (publicado en Huerga & Fierro, Madrid). Se trata del tercer poemario en solitario tras La tristeza de los sabios (2007) e Hiberna, hibernorum (2013). Una obra que sigue la línea abierta en Babilonia, mon amour (2005), poemario escrito conjuntamente con Luis Bagué. En  Anfitriones de una derrota infinita coinciden la poesía de la experiencia y la poesía culturalista, con muchas reminiscencias cinematográficas que harán las delicias de los cinéfilos.

... Beat Generation.: Uno por uno: Joaquín Juan Penalva (Novelda, 1976      Acto seguido Reme Páez, Rafael Carcelén y el propio poeta recitaron algunos de los poemas del libro, acompañados magistralmente por la guitarra exquisita de Pepe Payá… No era yo, claro. Ni tampoco mi hermano Remi, al que hace tiempo que los médicos le recomendaron que dejara la guitarra a un lado. Pero la coincidencia hizo que admirara y degustara la sabiduría y el arte inmenso de un gran guitarrista. La velada fue maravillosamente íntima y erudita. Y me dejó un sabor de boca excelente. La prueba es esta entrada que ahora leéis en un blog que no es nada propenso a recorrer ni recoger la actualidad; pero es que la sensación de tuve durante la escasa hora que duró el acto y que, más tarde, me acompañó durante el viaje de vuelta a Biar fue la de haber rozado el cielo con las yemas de los dedos. Os muestro dos poemas del libro de Joaquín Juan Penalva que, estoy seguro, os agradarán.

Ars longa…
    Escribo para recordar
lo que he leído…
lo que he visto…
lo que he sido.

…Vita Brevis
    El mundo es tan grande…
y tantos los libros,
y tantos los sueños…
que cada vez me veo
más pequeño,
más insignificante,
más cercano al suelo,
parte del polvo,
fragmento de la tierra,
promesa de ceniza,
certeza de nada.


domingo, 15 de noviembre de 2015

SEUDOLOGÍA III: Anatomía del secreto


      Al leer esta nueva entrega de la ambiciosa obra de Miguel Catalán, me viene a la mente un título ya clásico de Lakoff y Johnson —Metáforas de la vida cotidiana (Metaphors We Live By, 1980)— en el que se exponía con claridad meridiana cómo nuestra cotidianidad se sustenta, vertebra y se crea a través de una cantidad ingente de metáforas. Un título que parafraseo en "Mentiras de la vida cotidiana". A lo largo de casi diez años (y los que aún le quedan) el profesor y filósofo Miguel Catalán (Valencia, 1958) ha ido construyendo, con excelentes materiales y un estilo ameno y nítido, una historia de la mentira. La llama Seudología y en ella analiza la importancia, la necesidad, casi, que todo tipo de embuste y fingimiento tiene para nuestra vida diaria.
     Como ya sucedió en los dos volúmenes anteriores, también este se ha alzado con un premio: el Premio de Ensayo Ciudad de Valencia «Juan Gil-Albert» 2007; galardón que ya obtuvo con el primer título de la serie, El prestigio de la lejanía, en 1998.
     A medio camino del ensayo filosófico y el estudio antropológico, la obra de Miguel Catalán contiene también suficientes alicientes para que incluso el lector “profano” (como quien esto escribe) se atreva a sumergirse en sus páginas. Sabe el filósofo valenciano salpicar, casi inundar, todas sus reflexiones con sugerentes ejemplos que ayudan a fijar tesis e hipótesis, que amenizan la lectura y que convierten esta Anatomía del secreto en un ensayo clasificado “para todos los públicos”. A lo largo de sus cuatrocientas páginas, el autor analiza el engaño y el disimulo como pautas fundamentales y necesarias de comportamiento con las que el ser humano intenta (y lo consigue) sustraerse del control y la vigilancia indeseada de sus semejantes. Las normas sociales, el ocultamiento, la privatización, la burla y el chiste, la murmuración, la vergüenza y la culpa, el señalamiento y el castigo, el secreto defensivo y la esfera íntima son algunas de las muchas nociones que Catalán analiza pormenorizadamente en las páginas de su libro.
       Los políticos afirman (y mienten) que la defensa de la verdad es su principal y único objeto, su razón de ser. En cambio, Miguel Catalán ha dedicado gran parte de su vida a la mentira, a su descripción y, en ocasiones, a su defensa. Vale la pena acercase a sus libros para comprobar que, en esto, es sincero.

Miguel Catalán,
Anatomía del secreto,  Del Taller de Mario Muchnik, Madrid, 2008. 415 pp.



lunes, 9 de noviembre de 2015

SEUDOLOGÍA II: Antropología de la mentira


Resultado de imagen de antropologia de la mentira libro    En el año 2005 aparecía publicado, en el sello editorial Talles de Mario Muchnik, el segundo volumen de Seudología: Antropología de la mentira, de Miguel Catalán. La obra había conseguido el Premio de Ensayo Alfons el Magnànim 2001.

     En esta segunda entrega, el filósofo valenciano daba cuenta del modo en que los hombres aprendieron a protegerse del control divino a través de la mentira y del ocultamiento. Frente a multitud de religiones, culturas, filosofías e incluso idearios políticos que pretender recrear un estadio previo ideal, donde la mentira estaba relegada y proscrita. Miguel Catalán nos recuerda que "no se dio nunca un estado presocial del ser humano... Siempre hubo reflexión, desde que el hombre es hombre"y, por tanto, desde que el ser humano se convirtió en animal de ciudad (zoón politikón), en ser civilizado, la mentira ha sido imprescindible y necesaria para conservar dicha civilización.

    Este año, la editorial Verbum a vuelto a reeditar este magnífico ensayo siguiendo su propósito general de editar todos los volúmenes hasta ahora publicados del tratado seudológico.

       A este respecto, el propio Miguel Catalán advierte en el prólogo: "Aun cuando mi intención inicial era la de retocar solo lo imprescindible, con el tiempo he terminado por reescribir algunas partes del libro... Además de añadir materiales acopiados a lo largo de estos nueve años, he incorporado a la segunda edición del libro el resultado de algunas atentas observaciones realizadas sobe el texto de la primera".



Miguel Catalán,

Antropología de la mentira. Seudología II, Del Talles de Mario Muchnik, 2005; y ed. Verbum, 2015.

sábado, 31 de octubre de 2015

SEUDOLOGÍA I: El prestigio de la lejanía


    Iniciamos con este artículo una serie dedicada a la magna obra del filósofo Miguel Catalán (Valencia, 1958) que lleva por título Seudología, o lo que es lo mismo, una historia detallada, documentada y excelentemente escrita sobre la mentira en todas sus formas y a lo largo de la historia de la Humanidad.
    El proyecto, que todavía está en proceso, pretende abarcar 22 volúmenes —que se dice pronto—. A fecha de hoy, Miguel Catalán ha publicado ya seis títulos. El primero de ellos, El prestigio de la lejanía. Ilusión, autoengaño y utopía vio la luz merced a la editorial barcelonesa Ronsel en 2004. Sin embargo, la obra ya había ganado en 1998 el Premio Internacional de Ensayo Ciudad de Valencia «Juan Gil-Alber».
    En esta primera incursión en torno a la mentira, Miguel Catalán examina las diversas formas de autoengaño: desde la idealización del pasado a la antipación del futuro; desde la felicidad soñada en los países remotos a las amenas fórmulas de autoconvencimiento. Porque, no lo olvidemos, el hombre es el único animal que se engaña a sí mismo: «la autopersuasión en favor de la ignorancia da cuenta del contraste universal entre la realidad y el deseo», escribe el filósofo valenciano en una oración que nos retrotrae al título de las obras completas del poeta Luis Cernuda: La realidad y el deseo.

   A través de las páginas de este volumen, Catalán ilustra la tendencia moderna y contemporánea a echar de menos lo que nunca existió, a construir mediante la nostalgia un pasado idílico que solo ha existido en la mente (también nostálgica) de los que nos precedieron. Ya a finales del siglo XV, Manrique lamentaba la desaparición de un pasado que —por afinidad con nuestra infancia— siempre nos ha parecido más ventajoso que el presente: «y como a nuestro parecer / cualquier tiempo pasado fue mejor». También dentro del ámbito poético (y político), habría que recordar los versos del poeta bilbaíno Jon Juaristi en «Spoon River, Euskadi»: «Nuestros padres mintieron: eso es todo».
    La editorial Verbum ha publicado una segunda edición de este extraordinario ensayo precedida por unas palabras del propio autor que aquí reproduzco:
    «Hace ya diez años que se publicó por primera vez este libro sobre la ilusión […]. El primer tomo en aparecer y el primero en renovar su contenido es este que el lector tiene en sus manos. Precisaba de corrección, pues sus materiales más antiguos se remontan a 1990».
    Obra de calidad, envergadura y profundidad que no rechaza la prosa didáctica y funcional; y que no dejaré nunca de recomendar.

Miguel Catalán,

El prestigio de la lejanía, ed. Verbum, 2014 (y ed. Ronsel, 2004. 363 páginas).



sábado, 24 de octubre de 2015

LOS APUÑALADORES, de Leonardo Sciascia


   Cierro Los apuñaladores, la novela del autor siciliano Leonardo Sciascia (1921-1989) publicada originariamente en 1976. Ha sido una lectura rápida, sin concesiones a la pereza, sin altos o descansos. Porque la novela te absorbe; porque Sciascia —sin ser ningún gran acróbata o artesano del lenguaje— sabe atraparte y estrujar hasta la última pulpa de tu capacidad de lectura y de curiosidad.

    Que Sciascia es uno de mis grandes admirados (junto a Chesterton, por decir otro nombre) no es un secreto para los que han venido siguiendo este blog y para mis sufridos oyentes.


    ¿Pero cómo nadie en sus cabales puede no dejarse atrapar por argumentos como el de Los apuñaladores? El primero de octubre de 1862, en la ciudad de Palermo (Sicilia), trece personas son apuñaladas por un grupo de desconocidos. Los apuñaladores visten de forma parecida; sin embargo no parece existir ninguna relación entre los heridos: de hecho, los actos han tenido lugar en lugares distintos de la misma ciudad. El joven fiscal general Giacosa y el juez de instrucción Mari consiguen apresar a los agresores y condenarlos; pero ¿cómo poder descubrir, atrapar y condenar al verdadero instigador de los hechos?

     No desvelaré al lector la respuesta a esta pregunta. Basta con decir (con recordar) que en las novelas de Sciascia prima la realidad sobre la literatura: nunca triunfa la justicia, ni siquiera la justicia poética...

Leonardo Sciascia

Los apuñaladores, Tusquets Editores. 125 páginas.

domingo, 18 de octubre de 2015

HISTORIA DE UN MATRIMONIO: buscando la Gran Novela Norteamericana


    No es necesario haber leído a Séneca para saber que la vida es una lucha constante, para comprender que más allá de los reveses de la Historia están las batallas privadas de la historia, de aquella “intrahistoria” a la que aludía sabiamente nuestro gran Unamuno.
    Historia de un matrimonio se nos presenta como el relato elegante, sutil y comedido —sin embargo, certero y duro— de las vicisitudes que sufre la pareja integrada por la joven Pearlie y el hermoso Holland Cook. No es éste un libro que haya que leer de un tirón; no hay que “devorarlo”. Por el contrario, es esta una novela que hay que saborear, masticando lentamente el correr de las oraciones, disfrutando al adentrarse en los meandros de la narración, en los recodos de un camino sembrado de sorpresas, miedos y alegrías, un sendero aderezado con quiebros argumentales que evocan a Henry James y su Vuelta de tuerca. Con una prosa reposada, el autor nos describe el combate que debe librar la protagonista femenina para salvar su matrimonio, para permanecer aferrada a esa enorme palabra que es “amor” o, al menos, a su sucedáneo: la convivencia digna.
      El lugar: San Francisco. El tiempo: 1953. Los Estados Unidos de América viven bajo el temor a la amenaza comunista: la “caza de brujas” del senador McCarthy, la guerra de Corea, el juicio de los Rosenberg y su posterior ajusticiamiento, el temor a la guerra nuclear. La supuesta inocencia y simplicidad de la época estuvo marcada por el miedo y el silencio: la segregación racial, los tabús sexuales de “lo diferente”, la fachada de una vida de pujanza y riqueza asentada en unos cimentos cenagosos que comienzan ya a tambalearse. En este contexto, el autor —mediante la voz narrativa de Pearlie— nos describe la vida reposada del matrimonio Cook: él es un hombre de salud delicada y ella debe protegerlo de sobresaltos suavizando el sonido de los timbres de la puerta y el teléfono, eliminando del periódico las noticias desagradables. Todo es calma y armonía en la casa y la vida de los Cook: un remanso de paz, un locus amoenus en una nación cada vez más histérica, en un país que se resiste a dejar atrás los prejuicios de un tiempo anterior, en un paraíso donde el mal acecha entre las rosas más hermosas.
     Sin embargo, todo lo que parece seguro y firme, cierto y verdadero, se desmorona con la aparición de Buzz Drumer, un antiguo amigo de Holland. La irrupción de este personaje, que se convertirá en uno de los vértices del triángulo protagonista, dota a la narración de un intensidad que aumenta con cada página. Muy pronto las revelaciones asaltan al lector y la sorpresa se adueña de la lectura.

    Con una prosa y un manejo del Tempo narrativo magistrales, Andrew Sean Greer (1970) ha escrito una novela absorbente y asombrosa, una de esas joyas ocultas que a veces caen en nuestras manos y en nuestros corazones para recordarlas durante mucho tiempo. En una época de literatura funcional y rápida (remedo del fast food que asalta cada vez más nuestra cotidianidad), en un tiempo donde la reflexión y el reposo de la lectura parecen patrimonio de los autores ya difuntos o de media docena de genios, Historia de un matrimonio supone un hito que este lector tardará en olvidar (quizás nunca): no es la Gran Novela Norteamericana —pues no es esta obra que alimente grandes compañas publicitarias—… pero se le parece mucho.

Andrew Sean Greer,

Historia de un matrimonio,  Ediciones Salamandra, 210 páginas.

viernes, 9 de octubre de 2015

EL ÚLTIMO TRAYECTO DE HORACIO DOS: una de Mendoza, casi olvidada

      Aprovechando que el dentro de pocos llega a las librerías la última novela de Eduardo Mendoza, no nos resistimos a recordar una de sus novelas más ignoradas.
     Publicada originariamente por entregas en el diario El País, El último trayecto de Horacio Dos (Seix Barral) apareció en 2002 bajo el aspecto de libro, lo cual, inconscientemente, eleva y dignifica, para el usuario o lector, la calidad de la materia.

     Una trayectoria modélica... o no.
    Desde La verdad sobre el caso Savolta (1975) Eduardo Mendoza se ha convertido en una figura imprescindible dentro de la literatura española. Publicada en un año clave, la obra devino en la piedra inicial para la “novela de la democracia”. Aunando riqueza lingüística y amenidad, demostrando que la calidad y la diversión no tienen porque estar reñidas, La verdad sobre el caso Savolta se convirtió en un título de referencia obligatoria para críticos y lectores de la época.
   CoEl misterio de la cripta embrujada (1979) Mendoza volvía a sumergirse en la trama detectivesca, pero esta vez utilizando un lenguaje irónico y paródico, exageradamente barroco, conjugando con precisa habilidad la chocarrería y la hilaridad con una acción trepidante y atractiva. No es de extrañar que ciertos críticos vieran en ella un paso atrás en la trayectoria de quien habían calificado ¾a tenor de su primera novela¾ como a una gran promesa. Leída hoy, El misterio de la cripta embrujada, bajo su aspecto bufo y descarado, deja entrever la maestría de un narrador de primer orden; y en muchos aspectos se muestra como una novela más actual y más redonda que La verdad sobre el caso Savolta, que arrastra la deuda de la experimentación y, en algunos pasajes, delata de un modo demasiado evidente el entramado artificial de la narración.
    El retroceso apuntado por ciertos críticos se vio corroborado por su tercera obra El laberinto de las aceitunas (1982), protagonizada por el mismo narrador innominado que la precedente. Los detractores del escritor no perdieron la ocasión de atacar. Y con razón: la obra se apoyaba demasiado en la desmesura y el chiste, y muy poco o casi nada en la reflexión.
    Eduardo Mendoza había mostrado las dos caras de su quehacer literario: la aparentemente seria comme il faut; frente a la paródica y humorística. A partir de entonces su obra se agruparía en estas dos vertientes: las excentricidades protagonizadas por el pobre y estrafalario loco narrador de El misterio... ¾ que volvería a protagonizar La aventura del tocador de señoras (2001) y El enredo de la bolsa y la vida (2012)¾; y las novelas “serias”: el retablo histórico de la Barcelona de la Primera Guerra Mundial en La verdad sobre el caso Savolta; la rememoración de una época casi olvidada de la Ciudad Condal (la que abarca las dos Exposiciones Universales de 1888 y 1929) en La ciudad de los prodigios (1986); el tema del amor en el marco de Venecia en La isla inaudita (1989) ¾quizás su único fracaso editorial y crítico¾; la incursión en la novela corta relatando una simpática historia de amor imposible en El año del diluvio (1992) y, para concluir con este somero repaso, Una comedia ligera (1996), ¾quizás, junto a La ciudad de los prodigios, su mejor novela¾: donde la crítica a una postguerra gris y frustrante se conjuga perfectamente con una comicidad extraída de su vertiente más cínica y paródica.

     Ciencia-ficción, crítica social y fábula moral
     No hay que ser un lince de la crítica literaria ni un lector excelente para advertir que Sin noticias de Gurb (1991) y El último trayecto de Horacio Dos forman como un grupo aparte y al margen de las dos vertientes arriba reseñadas. Ambas fueron publicadas previamente por entregas; ambas pueden incluirse en el subgénero de las novelas de ciencia-ficción; ambas son narradas en primera persona y bajo la apariencia de un diario de a bordo o cuaderno de bitácora; y ambas son paródicas, irónicas, bufas, excéntricas, un punto por encima de “cómicas” y dos por debajo de “chocarreras”... y ambas encierran algo más.
    Tal vez sea Sin noticas de Gurb el libro más vendido (y creemos que leído) de Mendoza, y no sin razón: el libro rebosa de situaciones incendiarias y magistrales, haciendo gala de un descaro y una desvergüenza de la que (lamentablemente) ya casi no se estila en la literatura. Es, desde luego, un divertimiento; pero el retrato ácido de esa Barcelona preolímpica ¾con sus obras interminables, con sus habitantes poco menos que incongruentes¾ será, durante mucho tiempo todavía, una referencia obligada para todo curioso que quiera iniciarse en el mundo inabarcable y mágico de la literatura. Precisamente ahí reside su éxito: el no ser una novela pretenciosa y con ínfulas de ser más de lo que realmente es... un largo chiste de ciento cincuenta páginas.
     En cambio El último trayecto de Horacio Dos contiene un fondo de tristeza y melancolía que su antecesora del que su antecesora no participa. No en vano ha transcurrido una década entre ambas. Mendoza ya parece menos inclinado al humor per se, y por entre las líneas de esta última novela apreciamos un tono de pesadumbre y tristeza. A la manera de un Gulliver futurista, el protagonista, el comandante Horacio Dos ¾imbécil, incompetente, egoísta y algo reprimido sexualmente¾, realiza un viaje plagado de incidentes que le hará recalar en las más variopintas estaciones espaciales del Universo. Con una nave desvencijada y cargada de Mujeres Descarriadas, Delincuentes, Ancianos Improvidentes (desprevenidos), dirigida por una tripulación absurda y excéntrica, el viaje de Horacio Dos se asemeja a los viajes que pergueñara Swift: un modo de reflejar y ajustar cuentas con la sociedad, una suerte de fábula moral donde predomina el absurdo y la crítica. Hay momentos, desde luego, donde el origen folletinesco de la obra se hace demasiado evidente y la pluma de Mendoza se resiente; pero en general la obra cumple con su propósito: entretiene, produce risa en el lector, pone en solfa ciertos vicios de nuestra sociedad y ciertos absurdos tenidos como verdades... y, en fin, nos presenta un final tan sorprendente que nos reconcilia con el zafio protagonista.

     Cerraremos la novela y no seremos más sabios de lo que éramos antes de comenzar su lectura; pero desde luego sí más felices. ¿Qué más se puede pedir?

Eduardo Mendoza,

El último trayecto de Horacio Dos,

Ed. Seix Barral, 2002.

sábado, 3 de octubre de 2015

AMANECIÓ DE NUEVO MADRID: una asombrosa novela de Anamaría Trillo.

    Lo que sigue es la presentación que un servidor realizó de esta novela dentro de las II Jornadas Literarias Playa de Ákaba, en Carboneras (Almería). Dicha presentación tuvo lugar el sábado, 25 de julio de 2015.

        Buenas tardes a todos y todas. Muchas gracias por estar hoy aquí en este maravilloso entorno del Castillo de San Andrés.
Anamaría Trillo, la autora de Amaneció de nuevo Madrid, es madrileña de Torrejón de Ardoz. Licenciada en Periodismo, trabaja, sin embargo, como editora  y también imparte, no sé cómo tiene tanto tiempo para tanta cosa, cursos de edición literaria. Su gran pasión son los libros, claro; pero no solo lo que ellos contienen, la literatura, sino también lo que ellos representan. Conoce los vericuetos de la impresión y la encuadernación, y por ello los vuelca con especial detalle en esta novela que hoy presentamos aquí. No he dicho que era poeta; aunque no “también poeta”, sino “principalmente poeta”: y uno lo advierte tan pronto como comienza a leer su prosa, una prosa que el lirismo cubre de una pátina de delicadeza y sonoridad.
Es un honor y un placer presentar hoy esta novela precisamente en este lugar: primero por lo mucho que me une con Carboneras, donde trabajé hace ya 14 años… ¡cómo pasa el tiempo! Y segundo, porque a pesar de ser la primera vez que nos encontramos en carne y hueso, siento un gran aprecio por Anamaría: por su amabilidad a través de los correos electrónicos que durante varios años nos hemos intercambiado, por su generosidad y predisposición a atender todas mis preguntas, y porque a una persona que escribe un libro tan hermoso (y tan duro, también), un libro tan bien escrito como Amaneció de nuevo Madrid, solo puedo quererla y agradecerle el regalo que nos ha hecho con sus palabras.
Hace casi un año cayó en mis manos un delgado volumen de relatos que se titulaba El faro de Umssola y otros cuentos subterráneos. El libro está formado por cinco narraciones escritas con una prosa cuidada y detallista colmada de intención de estilo y también de cariño. Hay libros que basta con leer las primeras líneas para saber si son libros amados, queridos, mimados, o son simplemente un libro más. El faro de Umssola era un libro amado. La breve reseña que por aquel entonces realicé sobre El faro de Umssola concluía con el deseo de que la autora no cejase en su empeño de recrear la vida a través de las palabras y nos regalara con otro nuevo libro, por el bien de todos.
Y aquel libro que entonces deseaba es que hoy tengo el gusto de presentar: Amaneció de nuevo Madrid. Un título y una portada que hablan por ellos mismos: novela urbana y de época —en este caso la postguerra española—; novela desbordante de lirismo: obsérvese que la palabra Madrid es el sujeto del enunciado que da título a la novela, no es que amanezca EN Madrid, es que ES Madrid quien amanece. Que no les quepa la menor duda: es una poeta quien ha escrito esta novela.
Amaneció de nuevo Madrid es una obra extensa y densa, con pocos personajes pero descritos de un modo excelente, con un ritmo cadencioso y estudiado que recuerda el discurrir de las grandes novelas realistas del siglo XIX: aquellas historias eternas de Galdós, por supuesto; pero también de Balzac, de Víctor Hugo, de Dickens, de Dostoiveski. A lo largo de casi 600 páginas, Anamaría Trillo realiza un alarde de puntillismo prodigioso. No lo olvidemos: Amaneció de nuevo Madrid es una novela histórica, centrada en cinco años de la vida de una muchacha, Margarita, su protagonista; cinco años que van desde 1945 hasta 1950 en un Madrid gris y asustado, salpicado de los vacíos que los proyectiles de una una guerra civil (o mejor, incivil) han dejado no solo en el paisaje, en sus edificios, en sus calles, sino también en las personas o, sobre todo, en las personas.
Mientras leía la novela, mientras me dejaba llevar y arrastrar por las peripecias, por las desgracias y las alegrías, aunque estas son escasas… también hay que decirlo, que le sobrevenían a la protagonista: una muchacha llegada a Madrid desde su pueblo; me asaltaban a la memoria una palabra y dos citas.
La palabra es INTRAHISTORIA, el término que acuñara Miguel de Unamuno a comienzos del siglo XX y mediante el que hacía alusión no a la Historia escrita con mayúsculas, a la que figura en los libros de texto, en los manuales: Colón descubrió América; Montgomery venció a Rommel en África; Aníbal cruzó los Alpes… Unamuno hablaba de la intrahistoria para aludir a todas aquellas historias cotidianas, vulgares a veces, heroicas las más, que conforman la otra Historia: ¿Iba Colón solo, nadie más viajaba en aquellas carabelas? ¿Acaso Montgomery disparó todos los fusiles en El Alamein? ¿Aníbal no llevaba, al menos, un cocinero? Si la Historia es la ola grandiosa e imponente que llega a la orilla de la playa, la Intrahistoria es la corriente invisible y oculta que la hace posible. Amaneció de nuevo Madrid es una novela repleta de intrahistorias: la de Margarita, su protagonista; pero también la de sus amigas Julia o Tina, la de sus “enemigas” doña Teodora o Maruja; la de unas buenas personas como Narciso y María, pero también la de unas malas como Carlos Bujosa o don Orestes…
La primera de las dos citas a que antes hacía alusión está extraída de uno de los volúmenes Desde la otra vuelta del camino, una curiosa autobiografía que Pío Baroja fue redactando durante muchos lustros. En un momento dado, Baroja escribe: «Creo que de una vida intensa se puede escribir algo relativamente corto; en cambio, de una vida de poco dramatismo, el interés tiene que estar en los detalles». Amaneció de nuevo Madrid está dividida en dos partes: la primera, compuesta por XVI capítulos y más de 200 páginas, se recrea describiendo un año de la vida de Margarita: su llegada a la ciudad, los miedos y temores ante lo desconocido, su paso de niña a mujer, las amistades y las enemistades, el enamoramiento y sus develos… Es una novela donde el tiempo apenas discurre, donde la autora se complace y regodea en los detalles, en una narración meticulosa que sirve para presentarnos notablemente a los protagonistas y el ambiente en que estos se van a mover: grisura y miedo, frustración y miseria, ambigüedad y misterio. El tiempo parece haberse detenido en la casa de la calle del Pez donde se desarrolla gran parte de la acción: un casa que no es hogar, donde las huellas de la guerra, las huellas psicológicas, son evidentes en los actos de los personajes, sobre todo en los personajes femeninos, porque Amaneció de nuevo Madrid es una novela en torno a las mujeres, no solo a Margarita, sino a todas la mujeres de España que vivieron, o malvivieron, o mejor, sobrevivieron en una sociedad, la del franquismo, donde eran poco más o menos que nada. Y aquí dejo caer unos datos reales y legales:
En el Código Penal de 1944, la mujer es considerada como objeto de posesión masculina, símbolo del honor familiar y, cito textualmente, «crisol de los valores sociales». Además, téngase en cuenta que el adulterio estuvo tipificado como delito en el Código Penal español hasta 1978. Para más inri, ya existía desde el siglo XIX el denominado “privilegio de la venganza de sangre”, llamado también, “uxoricidio por causa de honor”, que, aunque fue eliminado de la Constitución de 1931, fue reintegrado nuevamente en el Código Penal de 1944. Consistía este “uxoricidio” en un auténtico privilegio concedido al hombre, y solo al hombre, en defensa de su honor, en virtud del cual podía matar o lesionar a la esposa sorprendida en flagante adulterio o a la hija menor de 23 años, si esta vivía en la casa paterna, si también esta era sorprendida en análogas circunstancias. Este delito se mantuvo en vigor en el ordenamiento jurídico español, ni más ni menos que hasta finales de 1961.
Además, el Código Penal de 1944 marcaba una diferencia sustancial a la hora de regular el adulterio femenino frente al masculino. De hecho, únicamente se consideraba como delito el adulterio de la mujer, pues para el hombre el tipo delictivo era el “amancebamiento”, es decir, si, y cito literalmente, “el marido tuviera manceba dentro de la casa conyugal o notoriamente fuera de ella”. O lo que es lo mismo: se castiga a la esposa, pero no al marido, si ambos han yacido una sola vez con otra persona que no sea su cónyuge. Una “canita al aire” no era delito para el hombre, pero sí para la mujer. Hasta el 19 de enero de 1978 no se despenalizaron los delitos de adulterio y amancebamiento.
La segunda cita de la que hablé al principio de esta presentación —que, por cierto, se está haciendo demasiado extensa y tendré que ir terminando ya para que hable Anamaría que es a quien habéis venido a escuchar—; la segunda cita, decía, está extraída de una obra teatral que, con el tiempo, también fue película. Me refiero a Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán-Gómez, quien también dirigió su versión cinematográfica. Hay un momento, casi al final de la obra, en el que don Luis, el personaje que interpreta Agustín González, está hablando con su hijo Luisito. El muchacho está contento porque la guerra ha terminado, porque al fin todo va a ser igual que fuera antes de aquel verano en que España explotó en sangre. Su padre, con la sonrisa sabia que le confiere la edad y la experiencia, corta sus ilusiones: «No, Luisito.», le dice, «No ha llegado la paz, ha llegado la Victoria, que no es lo mismo». Pues bien, sobre esa Victoria de media España sobre la otra media va a girar, principalmente, la segunda parte de la novela, la parte más tensa y más dinámina.
Pero ya no hablo más. Os dejo con Anamaría Trillo, autora de esta excelente Amaneció en Madrid. Muchas gracias.
Anamaría Trillo,
        Amaneció de nuevo Madrid, 
        Ed. Playa de Ákaba, Madrid, 573 páginas.


domingo, 20 de septiembre de 2015

LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS: un clásico de la novela popular


     Que yo sepa únicamente G. K. Chesterton (¿quién sino?) alabó la denominada “novela de quiosco”, a la que adjetivó de “simplemente humana”. Entre el resto de críticos (entonces y ahora), la denostadamente llamada “infraliteratura” fue (y es) un mal al que debemos resignarnos como a un molesto catarro invernal. Que la editorial Valdemar edite una obra que es poco menos que la quintaesencia de este tipo de literatura es, cuanto menos, digno de elogio; que además aparezca en una cuidada edición con un sabroso prólogo de Jesús Palacio es, ahora sí, para rendirle honores.
    Emilio Carrere fue tan marrullero y prolífico como todos los bohemios con los que cohabitó. No pasará, desde luego, a los manuales de literatura a no ser porque es uno de los pocos casos en los que él mismo se dedicó a plagiar, cuando no a falsificar, sus propias obras. Como se explica en el prólogo, El misterio de los siete jorobados (1924) es el autoplagio de un cuento anterior que Carrere no quiso convertir en novela y que terminó en manos de otro autor tan marginal como él, Jesús de Aragón, quien concluyó la obra.
    El lector nunca se aburre: lo cual, en los tiempos que corren, no es poco. Para los degustadores de este tipo de ficción bastará recordar a Stephen Keeler (Las gafas del señor Cagliostro, cuya primera lectura debo a mi amigo Julio Sanchis, me hicieron comprender que hay una diferencia entre la buena literatura y la literatura que preferimos). Para aquellos que quieran (y yo les aconsejo que lo hagan) introducirse en la novela de Carrere sólo habrá que señalar que el protagonista se ve envuelto en las más dispares y disparatadas aventuras: las visitas del espectro tuerto y gafe del señor Catafalco; el misterioso asesinato del doctor Robinsón de Mantua; las añagazas del falsificador Bellini; las joyas robadas de la cupletista Bella Medusa; el mensaje cifrado que resolverá el arqueólogo Sindulfo de Arco; las correrías por los subterráneos y las cloacas de Madrid; la enigmática liga de los Jorobados y su ciudad subterránea; y así más y más.
    Siempre habrá quien dictamine con la voz engolada: ¡Un gran despropósito! Pues, si, la verdad, por qué habría que negar lo evidente. Si embargo, un gran disfrute si se devora con la ansiedad de quien, por primera vez, descubre la magia de la lectura. Hubo quien dijo que para leer el Werther de Goethe había que estar enamorado; para leer La torre de los siete jorobados hay que volver a ser niño. Sólo así se disfrutará plenamente de una novela inmensa: sin complejos y con la aceptación de que, en la ficción —y más en la ficción divertida— todo es válido si está escrito con gracia y estilo.

Emilio Carrere,

La torre de los siete jorobados,  Ed. Valdemar,. 286 páginas.